Mi Vida: Un Cuento Inconcluso...

Estaba rodeada de oscuridad, me sentía incómoda, muy apretada para mi gusto, era como si las paredes se fueran acercando a mi, ya no lo soportaba, debía salir de ahí. Empecé a moverme tratando de encontrar una salida y de pronto vi una luz a la cual no dudé en acercarme. A medida que me acercaba sentía una leve brisa de aire que venía de allí. También se escuchaban voces y gritos. De pronto, por la ayuda de alguien logré salir, pero quedé cegada ante la luz que me rodeó de repente. Comencé a llorar, estaba asustada. Al ratito me tranquilicé, no se porque pero me sentía nuevamente segura, me encontraba arropada en unos cálidos y reconfortantes brazos. Me encontraba con mi mamá, la persona que me dio paso a este mundo en el que estoy ahora, un 8 de abril de 1992.
Desde aquel suceso, los días pasaron, como cuando caen las hojas de los árboles en otoño. En esos días muchas personas se acercaban a mí, solo para verme, cargarme en sus brazos. Era muy molesto pero por más que llorara no pasaba nada. Yo en esos momentos me encontraba en un lugar denominado “hogar”. Transcurrieron los meses y fui aprendiendo a hablar y caminar. Ante mi primera palabra mis padres se emocionaron mucho, yo no entendía el porque de esa reacción solo reía con ellos, lo mismo ocurrió cuando comencé a caminar. Un año de vida, una gran fiesta, mucha felicidad por todos lados, muchos regalos también. Un día fuimos a un lugar grande, silencioso, había muchas personas como mis papás y como yo, había que hacer silencio. En un momento mis papás me acercan a un señor que me echó agua en la cabeza. Ese momento, fue mi bautismo.

Rápido pasaron los años. Un día a los solo 3 añitos de vida, mi mamá me puso un feo delantal y me llevó a un lugar muy lindo, lleno de chicos que corrían por todos lados y señoras con delantales blancos, que retaban a los chicos que corrían, como cuando yo me portaba mal en casa y mamá me retaba. Mi mamá me había dejado en ese lugar, me había dicho que volvería luego por mí, lo único que hice cuando se marchó fue llorar. Sentía que me había abandonado, pero a medida que las semanas pasaban me comenzaba a gustar ir a ese lugar al que llamaban escuela y verme con mis amiguitos de jardín. Todo era perfecto en mi vida, hasta la llegada de un “intruso”. Comenzaron los celos, los caprichos de mi parte, todo por llamar la atención de mis padres, pero de a poquito me fui encariñando con ese pequeño intruso, el cual era mi hermanito.

Luego llegó el día del cambio de delantal. Otra etapa que se abría en mi vida, la primaria. Me gustaba el colegio, me gustaba enseñar, por lo que comencé a darle clases a mi hermanito aunque él ni había empezado el jardín, yo quería ser en mi futuro maestra. En todo ese trayecto hice nuevos amigos, tuve noviecitos, tuve, por decirlo de algún modo, muchos conflictos. No me llevaba bien con la mayoría de mis compañeros, todo era debido a las notas que me sacaba. Siempre maldije a la medallita que te entregaban a fin de año por tu desempeño en clase, por un lado me ponía feliz recibirla ya que mi familia se sentía orgullosa, pero por otro lado al recibirla crecía el odio de mis compañeros hacia mí. Llegó un momento en el que no veía la hora de empezar la secundaria, hasta tuve la idea de cambiarme de colegio, o cambiarme al otro curso, ya que con ellos si me llevaba bien. No era el colegio, eran mis compañeros. Por suerte egresé con la alegría de que no los volvería a ver, mis palabras parecen muy duras, pero es lo que en verdad sentía en ese momento.

Al empezar la secundaria, empezaron a aparecer en mi, más derechos como también más obligaciones, nuevos sentimientos, las primeras salidas, el primer recital, nueva música, empezó a crecer aún mas mi amor por mi equipo de fútbol, San Lorenzo, y muchísimas cosas que antes de algún modo desconocía. También conocí a personas que realmente valen la pena, personas generosas y honestas en las que uno puede confiar, obviamente también estaba ese temor de los nuevos profesores y el tener que estudiar un montón y para tantas materias, pero me sentía feliz empezando esta nueva etapa de mi vida. Las fiestas de quince llegaron, la emoción rondaba. Los famosos días de la primavera. El tiempo pasó demasiado rápido. Ya casi termino la secundaria, y creo que me esperan muchas cosas nuevas por ver y descubrir.

Ahora me encuentro aquí sentada escribiendo esto para ustedes, para que sepan algo de mi aún corta vida, pensando en que me depara el tiempo de ahora en adelante. He aprendido que uno sale de algo para entrar a otra cosa, y en ella va descubriendo cosas nuevas que ayudan a formarnos como personas día a día.


Flavia Piccolo 5º año A.